Antes del siglo XVI, la gente era muy atrevida a la hora de exponer su cuerpo, y los “baños de cielo” estaban de moda. Todavía no estaba de moda, y yo me desnudaba en casa e iba al balneario llevando sólo una camisa. Sin embargo, no fue hasta la Edad Media cuando se desaconsejó a las mujeres nadar, incluso por moda.
A finales del siglo XVIII, las mujeres que querían bañarse en el mar tenían que ir completamente vestidas. Tenían que ir ceñidas del cuello a los pies, y las que no podían cubrirse con ropa tenían que llevar gorros y guantes de natación.
A finales del siglo XIX, los legisladores exigieron que los bañadores mujer de las mujeres cubrieran el cuerpo desde el cuello hasta la rodilla. Algunas mujeres fueron multadas por no llevar medias, zapatos o faldas largas.
No fue hasta el siglo XX cuando la ropa de baño femenina dio un salto cualitativo. Cuando la natación se convirtió en un deporte femenino, impulsó la popularidad de la moda y, en 1907, la nadadora australiana Annette Kellerman fue detenida en Boston por llevar un atrevido bañador de una pieza.
Sin embargo, tal contratiempo no destruyó su confianza en descubrir la moda, y empezó a diseñar moda para sí misma que satisfacía necesidades prácticas. Los bañadores y trajes de neopreno que exponían el cuerpo de tal forma que también encarnaban una audaz ética deportiva causaron sensación tanto en su país como en el extranjero.
En este contexto, los bañadores mujer femeninos también aportaron un nuevo giro, rompiendo con las limitaciones tradicionales. Fue entonces cuando la parte superior del bañadores mujer dejaba al descubierto los brazos y la parte inferior adoptaba la forma de shorts ajustados.
Foto | Fashion Police 1922
La innovación más fundamental en la moda de baño femenina fue la llegada de la moda, que dio un fuerte impulso al desarrollo de los bañadores.
La aparición de la “moda” se vio impulsada además por el hecho de que los gobiernos extranjeros ordenaron una reducción del 10% en la producción de tejidos de moda femenina debido a las tensiones bélicas cuando los países extranjeros entraron en la Segunda Guerra Mundial.
En mayo de 1946, una bomba atómica cayó en la Isla de la Moda, en el Pacífico. Jacques Heim, un extranjero, lanzó un bañadores mujer llamado “Atom”, que significa “el bañadores mujer más pequeño del mundo”.
Poco después, otro extranjero, Louis Reard, lanzó un artículo de moda llamado “Fashion”, del que se decía que era “más pequeño que el bañador más pequeño del mundo” y consistía en un top y un bañador de una sola pieza, cuya asombrosa potencia era comparable a la de la explosión de una bomba atómica en el océano Pacífico. La explosión de una bomba atómica.
Las modas como la moda estaban explícitamente prohibidas en muchos lugares, por lo que las personas que las llevaban eran exiliadas e incluso detenidas. El Papa del Vaticano llegó a condenar personalmente a un hombre que llevaba un bañadores mujer de tres cuartos a la moda.
En la década de 1950, la moda se volvió conservadora con la llegada de los tops sin mangas recortados y los pantalones cortos de cintura alta.
En los años sesenta se llegó a escuchar la canción “Yellow Dot Fashion”, y la moda empezó a adquirir un sabor femenino.
De los años 70 a los 80, hubo un periodo de extrema exposición en la moda femenina. Durante esta época se siguió la moda “desestructurada”. La mitad inferior del cuerpo se cubría con un bañadores mujer y el resto del cuerpo apenas se tapaba. Se llamaba “bañador emperador”.
Con la ayuda de nuevos materiales favorecedores, la moda de los años 70 y 80 se orientó gradualmente hacia la aerodinámica y el ajuste. En esta época, la moda dejaba ver más del cuerpo. Sin embargo, en los 90, volvió a las ideas tradicionales, con estilos más discretos y conservadores que cubrían más partes del cuerpo.
Para entonces, los cimientos de la moda moderna estaban completos y la moda femenina se movería en dos direcciones distintas, una para la moda casual femenina y otra para la moda de competición femenina.