Un vestido (también llamado levita o bata) es una prenda usada tradicionalmente por mujeres o niñas, que consta de una falda y un corpiño (o un corpiño a juego que tiene el efecto de una prenda de una sola pieza). Consta de una pieza superior que cubre el torso y cuelga sobre las piernas. Un vestido puede ser cualquier prenda de una sola pieza que incluya una falda de cualquier largo y puede ser formal o casual.
Los vestidos pueden tener mangas, tirantes o abrocharse con bandas elásticas en el pecho, dejando los hombros al descubierto. Los colores de los vestidos también varían.
Los dobladillos de los vestidos varían según la modestia, el clima, la moda o el gusto personal de quien los usa.
Siglo XI
En el siglo XI, las mujeres europeas llevaban vestidos holgados similares a las túnicas encorsetadas de los hombres, con dobladillos que llegaban por debajo de la rodilla o más abajo. A finales de siglo, estos vestidos se caracterizaban por un ajuste más favorecedor en los brazos y la parte superior del cuerpo de la mujer. Para realzar la figura de la mujer, las faldas tenían aberturas a los lados, que se estrechaban para hacer los vestidos más favorecedores.
Siglo XVI
A partir de la década de 1550, los vestidos que llevaban las mujeres de clase media alta en Europa consistían en un delantal, una espalda, una cola, una bata, un corpiño delantero, mangas, un cuello y pequeños adornos. No se llevaba ropa interior debajo. En Inglaterra, la reina Isabel dictaba lo que podían llevar las mujeres. Las francesas, inspiradas en el corsé a la española, también llevaban volantes. Los vestidos franceses se llamaban marlottes. En Italia, los vestidos se llamaban ropa y semarra. Los vestidos del siglo XVI también mostraban decoraciones superficiales como bordados, siendo especialmente popular el trabajo en negro.
La indumentaria femenina rusa de los siglos XVI y XVII definía el lugar de la mujer en la sociedad o en la familia.
Siglo XVII
Los Países Bajos, como centro de la producción textil, fueron una zona particularmente notable en cuanto a innovaciones de moda en el vestir en el siglo XVII. En España y Portugal, las mujeres llevaban corpiños, mientras que en Inglaterra y Francia los vestidos adquirían una forma más “natural”. Los encajes y las aberturas eran adornos populares. Las faldas se llenan, con pliegues regulares, y los vestidos enfundados pueden lucir enaguas en tejidos de colores contrastados. Los escotes también se vuelven más bajos. Los bordados que reflejaban descubrimientos científicos, como animales y plantas recién descubiertos, eran muy populares. En las colonias británicas también eran populares los vestidos de varias piezas, aunque menos extravagantes. Las mujeres adineradas que vivían en las colonias españolas u holandesas de América copiaban las modas populares en sus países de origen.
El vestido de tres piezas, compuesto por corsé, enaguas y bata, siguió siendo popular hasta el último cuarto del siglo, cuando la mantua, o vestido de una sola pieza, se hizo más popular. En la década de 1680, los corsés adquirieron mayor importancia en los vestidos.
Las mujeres trabajadoras y esclavizadas de América utilizaban patrones sencillos para vestidos rectos, enaguas de lana o lino, batas y vestidos de algodón. Los bajos de los vestidos podían meterse en la cintura cuando la mujer estaba lo suficientemente cerca como para cocinar o mantenerse caliente.